martes, 2 de junio de 2015

De repente, volvió.

Adivino el parpadeo de las luces que, desde lejos, marcan mi regreso. El regreso a lo mismo. El retorno de siempre.
Tras el mirar burlón de los que siempre creyeron tener razón.
Que sigan en su error.
Nunca verán lo que yo veo.
Nunca podrán entender que hay algo más allá.
Que no existe la razón absoluta.
Y que ellos no la tienen.
Que todo esto es una línea continua y no hay nadie en los extremos.
Solo se está más pegado a un extremo o a otro.
En el término medio está la virtud.
Lo recto, en personas no existe, somos más complejos.
Todos estamos torcidos, por un sitio, o por otro.
Y quien no pueda entender eso, que se vaya.

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