sábado, 13 de agosto de 2016

In to the wild

Como una víbora que se te clava en las entrañas y no te deja respirar.
Una araña que te trepa suave, por la espalda, clavándote sus fauces, en cada una de las gotas de tu sudor.
Como un escombro que, arrojado desde un quinto, reduce a pedazos tus huesos y deja estaqueado tu cuerpo desnudo en el caliente asfalto de agosto.
Un pedazo de cielo que se oscurece tenuamente y, desprende rayos y truenos de furia sobre todo lo que alcance. O un arpón clavado en las dorsales.
Como un hielo en el canalillo o en el paquete, que enfría la piel pero nos calienta el sexo.
Una historia contada en un bar de carretera por un camionero echado al alcohol y al alterne.
O como una fría lluvia de verano que, sin paraguas y por desapercibido; te coge, te inunda y te suelta en medio de la noche. Dejándote sólo brindando con extraños.

Es algo que cala en los huesos para dejar paso a la sangre caliente, a las lágrimas, al semen, a todos los fluidos. Algo que te destroza el alma y te parte en dos. Algo que te excita y a lo que temes. Que ansias e imploras. Algo que te sucumbe, teniéndolo ahí, tan cerca, a un paso y tan lejos...

Queridas almas salvajes, personas prohibadas, no podría dejar nunca de escribir todo lo que me inspiráis.

Queredme, cogedme, folladme. Eso es, dejadlo todo por nosotros. Vámonos. No os lo penséis. ¡Vamos a fugarnos! Y que sea lo que Dios quiera...

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