Iré uno a uno: infantiles porque cuando tenemos algo queremos mejor lo que le hemos visto a otro; somos inconformistas porque perseguimos algo y luchamos por conseguirlo a capa y espada, y una vez que lo tenemos, nos parece poca cosa, nos aburre y ya no es para nosotros; cobardes porque no sabemos luchar por lo que queremos por miedos absurdos, por opiniones de otros, por consecuencias inventadas e improbables y es que, nos encanta hacer una montaña de un grano de arena...
Y si, muchas veces, me considero un imbécil, un niñato que no sabe lo que quiere; un cabezota, sin fundamento. Pero me he dado cuenta que no soy solo yo, que nos creemos mayores, maduros, pero somos todos iguales, y no cambiamos nunca: no nos damos cuenta del valor que tienen las cosas hasta que las perdemos, ni las personas. Lo que si sabemos es arrepentirnos y pedir perdón, aunque espero que algún día abramos los ojos y veamos que eso no sirve de nada. Es absurdo querer cambiar algo que has estropeado, poco a poco, tú solo.
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