martes, 28 de abril de 2015

Lo que el viento se fumó...

Un día te das cuenta que no sirves para tener pareja, que resulta que eres un animal solitario, solcial, pero solterón. Porque eres difícil de llevar, imposible. Las relaciones conyugales no son lo mío, no puedo darle lo que me piden, lo que me dan no me acaba de convencer.

Relaciones fallidas, con chicas perfectas, a las que no me sale escribirles palabras más que de agradecimiento, por haberme   aguantado. A mi, y conmigo a mis tonterías, mis prontos, mis fobias, mis cambios de tema, mis preferencias, mis gustos, mis rarezas, mi precariedad, mis cambios de opinión, mis detalles tontos, mi estilo, mi pasar de ti.

Me he equivocado mucho, el problema es que soy así y, eso, es incorregible porque es lo que soy. Antes, creía ciegamente que encontraría a alguien que fuera como yo. Tras encontrarla y que, con el tiempo me diera cuenta de que no es así, de que no lo es. Cada día estoy más seguro de que no va a ser así. Y más igual me da -a veces-.

La soledad asusta al principio, pero va pasando el tiempo...

Al final te das cuenta que de tu cigarro se ha fumado más el viento que tú. Te enciendes otro y vuelve a pasar. Y ya se te ha acabado el tabaco y lo mejor es dejar de fumar.

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