Reseignarse a lo obvio. Cual gaviota que sigue las corrientes que le brinda el viento marino y le deja ese melancólico olor a sal. A veces, no se puede volar en contra del viento. A veces, él es más fuerte. A veces sólo hay que dejarse llevar.
Puedes llegar a sitios oscuros, pero también te puedes encontrar con maravillosas sorpresas.
La mar. La parte bonita es la de fuera. Ese espejo que refleja los primeros y últimos rayos de Lorenzo, naranja, violeta, todo tipo de azules. Hasta grises. Esos delfines, marqueses del mar, que parten la calma con sus juegos, su alegría, y esas ganas de salir volando. Libertad.
Lo feo está debajo, el fuel, las botellas vacías, contaminación, y ya en el fondo, tras la arena, bestias. Tortugas que se esconden en sus caparazones. Ellas no buscan libertad. Lo intentaron. Fracasaron. Y fin. Miles de tortugas marinas eclosionan de sus huevos en la playa, sólo decenas consiguen llegar al agua. La vida les ha enseñado a conformarse, por eso, ellas también siguen corrientes.
La vida es una corriente, que me ha traído a sitios fascinantes, me ha enseñado lugares, y me ha presentado a amigos, familia, amantes.
Otras veces me hace pasar por no tan buenos tragos, corrientes que no llegan a ningún sitio. Y que me ponen tiburones en el camino. Amigos falsos. Y rechazos.
Puedes elegir qué ser en cada momento. Procura no equivocarte mucho, como me equivoco yo. Que no me canso. Elige siempre la corriente que más lejos te lleve, sea cálida o fría. El fin justifica los medios. Sin medios, no hay fin. Y si el fin no puedes ser, no hay nada.
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