jueves, 30 de junio de 2016

De mí, para mí

Aproximadamente 1.90, ochentaitantos kilos de carne y otras cosas. Ojos verdes, muy verdes. Algo rubio aunque no sé si guapete. En definitiva, un chico alto con los pies grandes. Poco más.

Algo desestructurado psicológicamente, sin embargo, es un cashito de pan.

Le encantó aquel día que un médico cualquiera puso en su historia "paciente sedentario con hábitos tóxicos". Nunca tuvo claro si él les contara todo lo que calla qué era lo que iban a poner.

Siempre pensó que una buena cerveza es el mejor tratamiento para cualquier enfermedad del corazón, y de la cabeza. Y que una cerveza no es una cerveza si no va acompañada de un humeante cigarro bien hecho.

Apasionado de las pequeñas cosas, de los momentos absurdos y de las aventuras alocadas. También hay que decir, que muchas veces era frenado por principios absurdos que él se establecia previamente.

Supo valorar la serenidad que brinda domar un viejo coche recorriendo los maltrechos caminos de la tarde; y apreciar a la gente que sabía entender lo que decían sus ojos pero que no sabían callar.

La soledad preferentemente escasa aunque a veces necesaria. La cosas claras. Los cafés a media tarde y con leche fría. Las charlas serias acompañadas con una copa de vino. Dar importancia a las cosas que no la tienen y ninguna a las que sí. Tabaco de liar (excepto en circunstancias especiales).  Amor más bien poco, para que nos vamos a engañar. El cine. La música rockera, garrapatera. También sabe vivir el arte de un buen libro o un poema. Cuando quería recordar, entristecer o ilusionarse escuchaba Sabina.

Le gusta saber casi de todo, hablar casi de todo, comer casi de todo, beber casi de todo y hacerlo casi todo.

Breve y conciso.

Espero que algún día, cuando dudes, leas esto y sepa quién fuiste ayer.

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